En el mes de agosto de 2023, la actividad económica del país, basada en el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE), aumentó 3.5% anual. Un destacable resultado cuando se compara con una tasa promedio de más del 2% en los dos primeros años de este siglo. Esta cifra también es ligeramente superior al 3.4% estimado previamente por el INEGI.
La tasa de ocupación esperada para septiembre era del 3,0%. En consecuencia, la tasa de crecimiento económico para el tercer trimestre se ubicaba en el 3,3% y el crecimiento económico de enero a septiembre en 3,6%. En caso de que la desaceleración se caracterice por ser moderada, aun así, podríamos hablar de un resultado bueno y alentador para lo que nos depara este extraordinario año.
La pregunta estrella que todos tenemos en nuestra cabeza es si en el 2024 podemos esperar la continuidad de este dinamismo. Desde mi perspectiva, y, teniendo presente lo mencionado anteriormente y todos los reportes publicados por el gobierno del país, nos enfrentaremos a tres escenarios, que sin lugar a duda influirán sobre el ritmo de la economía nacional:
- El empuje positivo de la construcción, asociado de las inversiones y el Nearshoring.
- Se prevé una desaceleración de la economía de Estados Unidos que, por consecuencia, disminuya las exportaciones, y en conjunto todo el ecosistema asociado con la venta de manufacturas a la unión americana.
- Un aplazamiento de las inversiones y adquisición de bienes de consumo duradero asociada con el proceso electoral. No es imposible que haya inversionistas y compradores que prefieran esperar a ver el resultado electoral y sus implicaciones antes de hacer efectivas sus inversiones o sus compras.