Uno de los indicadores económicos más importantes es el producto interno bruto (PIB), ya que básicamente mide la riqueza de un país. Esto lo hace tomando en cuenta la producción total de bienes y servicios de un país o región en un periodo determinado de tiempo. Tomando esto en cuenta, es lógico comprender el por qué es importante para el comercio exterior de los países, y consecuentemente, preocupante para México.
Según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en lo que va del año el PIB del país ha tenido disminuido, representado por la tasa de variación porcentual anual del -0.8% que se registraba a finales del segundo trimestre del año. Lo preocupante al respecto es que dicha tasa no presentaba datos negativos desde el último trimestre del 2009 cuando la variación porcentual anual había sido del -1.6%.
Numéricamente hablando, esto se ve más claro al tomar en cuenta que en el segundo trimestre del 2018, el PIB tenía un valor de 18,623,258.9 millones de pesos, contra los 18,471,438.3 millones de pesos del año actual, notándose ahí la diferencia negativa de 0.8%, aunque muy a pesar de eso, en el semestre sigue habiendo una variación del 0.1% con respecto al año pasado debido a que el primer trimestre del año los datos fueron más positivos.
Estas variaciones en el PIB, se deben principalmente a los cambios en las actividades económicas del país. En el segundo trimestre del año actual, hubo una reducción del 1.8% en el sector secundario, y este es el factor que tiene mayor impacto negativo, ya que en él se encuentra la industria automotriz, la electrónica, la petroquímica, los textiles y alimentos, y estas son algunas de las actividades que tienen más peso para la economía de México. Esto también se nota en el indicador global de actividad económica en México (IGAE), el cual, según los datos más actuales del INEGI, hasta agosto del año en curso representaba una variación del -0.4% con respecto al año anterior del mismo mes.
Si bien, la mayoría de los datos publicados por dicho instituto son negativos, al examinar las variaciones mensuales, por ejemplo, del IGAE, notamos que en julio el valor era del -0.6%, notando que entre julio y agosto hubo un crecimiento positivo que aunque nos sigue dejando en números negativos, representa un posible cambio positivo para las actividades económicas del país y podríamos acabar el año con 0.1% 0.2% positivo con respecto al año anterior.
Este pequeño rayo de luz en momentos oscuros para nuestra economía, se debe a que aunque la industria no está pasando por su mejor momento hoy en día, hay estados que siguen creciendo económicamente con tasas mayores a las esperadas, como son Chihuahua, Durango, Aguascalientes y Nuevo León, mismos que en el segundo trimestre crecieron 4.2%, 3.1%, 2.9% y 2.3% respectivamente, lo cual podría ser lo que ayude a que no terminemos el año en números económicos totalmente negativos.
Ésta debería ser la estrategia del actual presidente Andrés Manuel López Obrador para intentar acercarse a los datos que él prometía a inicios de año sobre cómo lo terminaríamos positivamente en materia económica. Hay que recordar que se decía que las tasas de crecimiento serían del 4% y que nuestra economía crecería 2%, y hoy seríamos afortunados de al menos terminar el año en números positivos (aunque sea un 0.1%) en vez de la tendencia actual.
Terminar en números negativos sería especialmente perjudicial ya que la inversión extranjera dudaría en invertir en un país con economía en decremento y ante la inestabilidad de la misma. No es que podamos culparlos realmente, cuando vemos que internamente la inversión en bienes para la producción de productos dentro del país ha disminuido, según datos del INEGI, en -9.1% comparado con el año pasado y si ni las empresas locales lo hacen, no podemos esperar que las extranjeras los sigan haciendo.
Lamentablemente, no hay una declaración aún del presidente sobre esto, ya que en los informes ha preferido hablar sobre otros temas que aunque importantes, no son tan prioritarios como éste, y no queda más que esperar que la actual administración empiece a priorizar lo que debe priorizarse (como los temas del crecimiento económico del país) y cambie su estrategia por una que nos dé resultados positivos y se acerque a las expectativas de crecimiento creadas por el presidente.